Por Alfonso Caballero Barragán.

En el escrito anterior hice mención que mi señor padre me contó que cuando fueron a la Ciudad de México en la plaza del mariachi Garibaldi en la cantina de Tenampa, lo confundieron con el Famosísimo boxeador Ratón Macías, pero ¿𝑸𝒖𝒊𝒆́𝒏 𝒆𝒔 𝒆𝒍 𝒓𝒂𝒕𝒐́𝒏 𝑴𝒂𝒄𝒊́𝒂𝒔?

Raúl «El Ratón» Macías Guevara nació en la Ciudad de México el 28 de julio de 1934. Fue un célebre boxeador mexicano, quien obtuvo en 1955 el campeonato mundial de peso gallo de la Asociación Nacional de Boxeo, un verdadero ídolo cuando las trasmisiones de sus peleas eran por la radio. Su registro como boxeador profesional fue de 41 victorias y 2 derrotas con 25 victorias por nocaut.

Vivía en el corazón de Tepito, hogar que usaban como taller de zapatería, provenía de una familia humilde y trabajadora. Macías vendía leche, era bolero y mensajero. Estudió solo la primaria y comenzó a ir al gimnasio desde pequeño.

Hasta la fecha no ha existido un deportista mexicano tan admirado como él. La gente lo quería porque nunca se olvidó de sus raíces. Fue un héroe con y sin guantes, también fue diputado federal suplente de Everardo Gámiz Fernández en la XLVI Legislatura del Congreso de la Unión de México.

El 10 de marzo de 1955, la Ciudad de México se encontraba paralizada. La gente no salía de su casa porque todos estaba viendo la pelea de Raúl “El ratón” Macías contra el tailandés Chamrern Songkitrat.

Recuerdo muy bien que en aquella época, teniendo yo 5 años mi tío Luis Islas compró una televisión usada, además de ser el único de todos los Caballero sus cuñados que tenía la televisión. Recuerdo muy bien que en un cuartito que tenía en la parte alta del terreno, se reunieron todos los Caballero para ver dicha pelea, entusiasmados y emocionados todos por la sencilla razón de que era un gran espectáculo ver la televisión en aquellos años ya que realmente estábamos tan jodidos que no cualquiera tenía una televisión. Era un gran momento disfrutar el triunfo del Ratón Macías porque era la única diversión se tenía por televisión, cuando se terminaban las peleas era el comentario de todos los días tanto en el trabajo como en la colonia y de tener realmente un ídolo nacional que era el consuelo de todos aquellos que representaban la clase trabajadora de aquella época.

Por cierto, el barrio de Tepito, la lagunilla y la Bondojo me tocó vivirla cuando estuve en la Ciudad de México porque en el despacho que yo trabajaba la mayoría de los clientes, el que no era luchador era boxeador o pertenecía a dicho barrios. Hay otro boxeador muy carismático, Rubén Olivares alias el “púas” de la Bondojo colindante al barrio de Tepito. Pero como Raúl Macías el famosísimo ratón no ha existido otro y más que nada que las batallas con Chamrern Songkitrat ya que fueron las peleas más sangrientas que se dieron en aquella época.

Lo curioso que Raúl el ratón Macías era de la misma edad que mi señor padre y si lo confundieron ahí les mandamos una foto de cada uno para observar la similitud, solo que el ratón Macías era más pequeño que mi papá de estatura.

𝑸𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒂𝒄𝒍𝒂𝒓𝒂𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒂 𝒎𝒊 𝒔𝒆𝒏̃𝒐𝒓 𝒑𝒂𝒅𝒓𝒆 𝒍𝒐 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒖𝒏𝒅𝒊𝒆𝒓𝒐𝒏 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝑹𝒂𝒕𝒐́𝒏 𝑴𝒂𝒄𝒊́𝒂𝒔 𝒆𝒏 1949, 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐 𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒑𝒆𝒍𝒆𝒂.

𝑪𝒐𝒎𝒐 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒏 𝒑𝒆𝒅𝒊𝒅𝒐 𝒎𝒊𝒔 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐𝒔 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒍𝒂 𝒏𝒂𝒓𝒓𝒂𝒕𝒊𝒗𝒂 𝒅𝒆 𝒂𝒏𝒆́𝒄𝒅𝒐𝒕𝒂𝒔, hoy me vino a la mente que con las amistades, conocidos y clientes que teníamos tanto alrededor de la villa de Guadalupe, esa es otra anécdota, ahí representábamos a todos los vendedores de papitas fritas, pero más adelante o con más tiempo les haré una narrativa.

En Tepito como en todos los barrios de la CDMX cuando llegaba la temporada de las posadas era un compromiso o una obligación de que cada calle del barrio o colonia tenía que hacer una pre posada, donde se invitaba a todos los de la colonia, sobraban los conjuntos y todo tipo de música de la barriada como las cumbias, los danzones y alguna otra canción o música de rock and roll de la época de Enrique Guzmán, los hermanos Carreón, las melodías populares de Pedro Infante, quien era amigo del ratón Macías, por ser de la barreada.

Un día me invitaron a una de las posadas, empezaban a las 8 de la noche y terminaban a las 4 de la mañana, como a uno le encantaba el ambiente, el trago y la bailada se nos pasaron las horas, quiero aclarar que desde pozole y barbacoa y todos los platillos de la Ciudad de México se daban en la barreada.

Retomando el tema, se nos pasaron las horas a mis acompañantes y a mí, siendo las 4 de la mañana para retirarnos le dije a la persona que nos había invitado que como le hacíamos porque ya no pasaban taxis a esa hora y menos por el barrio, el cual nos comentó que teníamos que irnos a pie hasta la calle San Juan de Letrán y frente al teatro blanquita o la plaza Garibaldi allí íbamos a encontrar taxis a esa hora, lo cual nos preocupó porque estaba muy retirado y como le haríamos para cruzar el mero corazón de Tepito y menos a esa hora, contestándonos que no nos preocupáramos y de inmediato se puso a chiflar con una clave que solo ellos entienden y a la cuadra le comenzaron a contestar el chiflido, diciéndonos que prosiguiéramos caminando para que en cada cuadra nos fueran protegiendo y no nos pasara nada. Fueron 5 largas cuadras y en cada cuadra se seguían comunicando con chiflidos hasta llegar a la avenida san Juan de Letrán donde soltamos un respiro profundo, para posteriormente conseguir un taxi, ahí aprendí que eso me pasa por andar de colero.

El hecho de conocer dicho barrio como la lagunilla, la Bondojo y todas las colonias aledañas, donde en paseos de 3 o 4 veces al año recorríamos los sábados y domingos los mercados, conociendo a todos los personajes tanto de chácharas, libros antiguos y cosas muy especiales que simbolizaban la barreada y la Ciudad de México, bonita época la de los años 70 y 80’s, en donde todavía se podía caminar y saludar a los vecinos.

𝑹𝑬𝑵𝑨𝑻𝑶 𝑨𝑳𝑬𝑿𝑨𝑵𝑫𝑬𝑹 𝑨𝑩𝑹𝑰𝑳 𝑪𝑨𝑩𝑨𝑳𝑳𝑬𝑹𝑶

El día 2 de septiembre del año en curso cumplió años mi queridísimo nieto, Renato. Quisiera contarles lo que me relató al felicitarlo.

Me platicó que había despertado muy triste y había llorado, le pregunté qué porque, que cual era la razón, diciéndome que había soñado a sus abuelos, Poncho Caballero y la Famosísima Celia. De inmediato le pregunté qué porque la tristeza, que como los había soñado. Me dijo que había soñado a su abuelo Poncho en una silla de ruedas y con Alas de Ángel, que su abuela Celia tenía puesto un traje deportivo con líneas blancas e iba corriendo, mirando a los dos muy contentos; a lo cual le dije que no había razón para estar triste, sino todo lo contrario, darle alegría, diciéndome que los extrañaba mucho y es que mis señores padres nunca dejaron de festejar a alguno de sus hijos y en especial a Renato.

Me gusta el modo de pensar y actuar de mi queridísimo nieto, porque como lo he venido expresando, con la personalidad se nace y el carácter lo van formando la familia y la vida. Pero persona que nace con sentimientos buenos e imaginación, toda la vida será la persona más feliz.

𝑭𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅𝒆𝒔 𝒎𝒊 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐 𝑹𝒆𝒏𝒂𝒕𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒖 𝑪𝒖𝒎𝒑𝒍𝒆𝒂𝒏̃𝒐𝒔.

Nos vemos a la próxima.

*LAS OPINIONES DEL AUTOR NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA*

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