Por: Lylia Ciriam Verdugo Ruiz.

Llegó la noche buena y la navidad del año que transcurre 2020. Año que trajo la noticia de una enfermedad existente en China, ¡qué lejos estábamos de saber la forma en que se expandiría por el mundo!  Cundió como una gran mancha que carcome y se lleva no sólo los cuerpos, también se llevó las esperanzas e ilusiones de muchos.

Me negué a escribir algunos días. Como muchos de ustedes, también he perdido amigos, familiares y algunos jóvenes que fueron mis alumnos. Me encuentro en un momento en que leí varias felicitaciones que me hicieron llegar personas que aprecio, me llevaron al escrito de hoy.

Reflexiono, veo que durante un año escuchamos de una enfermedad que llegaría al lugar en que vivimos, como si fuera promovido por un anuncio publicitario, al que escuchamos, pero esperamos que no cumpla con lo ofertado, grande fue nuestra sorpresa.

La información que nos proporcionaron superó cualquier expectativa. Vimos como de un día para otro debimos quedarnos en casa, trabajar desde allí, confiar en que los que deben ir a trabajar para cumplir con los requerimientos de nuestras necesidades básicas (alimentos, servicios, medicina) pudieran cumplir con su trabajo de manera correcta, pero sobre todo que la enfermedad pasara de lado y no se llevara a ninguno de ellos.

No fue así, muchos cayeron y en su loca carrera de cumplir con su trabajo, permitieron que otros pudiéramos seguir en el camino de la vida que recorremos hasta hoy.

Diré que gracias a muchos que se esforzaron, estoy aquí, con mi familia, mis amigos y hasta personas que no me agradan tanto, pero por algún motivo sigo en convivencia con ellos. Los meses transcurridos nos han dejado un amargo sabor de boca.

Quienes pudimos tener una cena (a pesar de no encontrar las marcas de los productos que preferimos) estuvimos en casa, quizá alguno le dio las gracias al invitado más importante en noche buena. Otros sólo hicimos lo propio en un agradecimiento interno, de amor y respeto a aquellos que lograron hacer que siguiéramos aquí, o cuidaron a aquellas personas que emprendieron el camino a la eternidad. Su trabajo es muy importante, incluyo a todo el personal que permite que funcione un hospital, así como las personas que apoyan el trabajo de protección civil (policías y bomberos)

Noche Buena y Navidad llegaron cargados de un aire que los obligó a trabajar en el campo cerca del fuego y no fue metafórico.

Retomando las felicitaciones que me hicieron llegar por la noche buena, algunas muy bonitas, otras cargadas de broma y sarcasmo muy nuestro, diré:

Estos meses nos permitieron saber qué tan fuertes somos, nos permitió reconocernos en nuestras debilidades, saber quiénes nos acompañan y nos aman. Quienes están a nuestro alrededor ahora saben si de verdad también cuentan con nosotros.

Vemos el panorama del diario vivir a través de un cristal distinto. Todo ello no lo sabríamos de no haber pasado la incertidumbre de no saber que viene después. Descubrimos que maldecir al pequeño monstruo que nos acecha escondido en el aire o entre los paquetes de lo que compramos, no es lo más espantoso que nos puede ocurrir. Muchos perdieron su trabajo y otros más sus propiedades, lo peor es perder seres que amamos. Y eso último si lo comprendo, aunque hubiera preferido saberlo sólo por las historias que leo en los periódicos o lo que me cuentan otros.

Puedo decir desde lo más profundo de mi corazón a quien mueva los hilos de nuestra existencia, gracias por permitirme estar y vivir. Aún nos quedan unos días para finalizar este 2020, esperemos que los días por transcurrir lleguen con menos sorpresas y sobre saltos, tengamos fortaleza para afrontar lo que nos falta; el amor y confianza nos permita pedir por aquellos que desarrollan un trabajo que no vemos, pero está, y permite que durmamos tranquilos; como el de las personas que cuidan la salud y seguridad de todos nosotros.

A todos ellos un agradecimiento y reconocimiento de mi parte. Aún pienso que lo mejor está por vivirse.

“Nunca pierdas la esperanza. Las tormentas hacen a la gente más fuerte y nunca duran para siempre”.                                                                                          Roy T. Bennett.

“A menudo en los cielos más oscuros cielos es donde vemos las estrellas más brillantes”. Richard Evans.                   

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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